Oscuros varones de Cuba, “un libro que quiere ser colección de relatos y noveleta de historias a la vez”, superpone historiografía y literatura en lienzo de pinceladas tragicómicas. El resultado es una galería de personajes prietos en dermis, hybris o pelvis que recorre y rebasa cuatro siglos de insularidad. Hay en estas páginas de todo como en botica: piratas galos, negros esclavos, exorcistas españoles, quijotes criollos, políticos suicidas, devoradores de montañas, agridulces guerreros, nostálgicos emigrados, intelectuales partisanos y más. Al son de una prosa cascabelera desfilan personalidades históricas que parecen de cuento y figurantes imaginados en carne y hueso. Entre todos conforman un singular retrato de la historia (literaria) cubana con resonancias latinoamericanas. Algunos capítulos dan ganas de ponerse de pie y aplaudir, otros invitan a acuclillarse y quemarlos. Es un coro de voces encontradas con registro amplio de géneros; es un oratorio de original contenido y formato. Lizandro Arbolay debuta con esta novela de reconciliación que no pide ni da cuartel. Nadie se libra del cuero sin tambores, ni él mismo. Entre tantos varones oscurecidos, la protagonista clara es una Cuba “tan estrecha que tuvimos que irnos, tan larga que hasta aquí nos alcanza y tan grande, espero, que caben tu opinión y la mía con un par de cervecitas en el medio”.
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