Lo agridulce es una tendencia a estados de anhelo, conmoción y tristeza; una aguda conciencia del paso del tiempo; y una alegría curiosamente penetrante al contemplar la belleza. Reconoce que la luz y la oscuridad, el nacimiento y la muerte, lo amargo y lo dulce, están siempre emparejados. Una canción en un tono menor, un poema elegíaco o incluso un conmovedor comercial de televisión pueden llevarnos a este estado mental sublime, incluso sagrado, y, en última instancia, a una mayor afinidad con nuestros semejantes. Pero lo agridulce no es, como tendemos a pensar, solo un sentimiento o evento momentáneo. También es una forma de ser y un patrimonio histórico. Nuestras tradiciones artísticas y espirituales, amplificadas por investigaciones científicas y de gestión recientes, nos enseñan su poder. Caín muestra cómo un estado mental agridulce es la fuerza silenciosa que nos ayuda a trascender nuestro dolor personal y colectivo. Si no reconocemos nuestros propios dolores y anhelos, dice ella, podemos terminar infligiéndolos a otros a través del abuso, la dominación o la negligencia. Pero si nos damos cuenta de que todos los seres humanos conocen, o conocerán, la pérdida y el sufrimiento, podemos volvernos unos hacia otros. Y podemos aprender a transformar nuestro propio dolor en creatividad, trascendencia y conexión. En un momento de profunda discordia y ansiedad personal, Bittersweet nos une de maneras profundas e inesperadas.
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