Sobre Desplazamientos, Karen Isabel Ocaña, traductora literaria, poeta y ensayista canadiense, escribe: “Nos lleva, corriente abajo, corriente arriba. Destaca por su hondo lirismo, el lenguaje depurado, la pasión y el ritmo. Hay poemas que se leen en dos segundos y nos deslumbran: ‘No dejes de llamarme / cuando te falte / la voz.’ Otros, lánguidos o juguetones, nos mecen, nos transportan. El deseo rebosa en paisajes marítimos cual ‘olas enfurecidas de caracoles revueltos.’ En otros nos perdemos por la pluviselva o por el cosmos, acechando el misterio, en búsqueda de ‘no sé qué’ éxtasis o deseos de paz, para contentarnos con su gran belleza.” Desplazamientos presupone una trayectoria en constante movimiento, una distancia y ruptura entre el pasado y el presente. Como indica Gloria Macher en el prólogo, los movimientos migratorios por agua o por tierra, causados por conflictos armados o ideológicos, o simplemente por la necesidad de lograr una vida mejor, son ejemplos de estos desplazamientos. A un nivel más personal, los desplazamientos existen también cuando estamos perdidos en nuestras penas y frustraciones, cuando nos encontramos fuera de lugar o somos víctimas de desalojos afectivos o emocionales. Es la lucha feroz entre la realidad y los sueños que los tejen, entre las alegrías y las penas que los inundan.
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