Con la maliciosa intención de ofrecer momentos agradables, el autor deja de lado la razón y ofrece una serie de piezas en las que el juego es el ingrediente secreto para aprender el significado de las palabras. Por ejemplo: un signo de interrogación no es lo mismo que interrogar a un tipo llamado Mark. Este trabajo introducirá a los niños a las reglas del lenguaje de una manera ingeniosa y los motivará a crear su propia "brujería de palabras".
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