Résumé:
El autor más prestigioso de la literatura actual en español regresa con una novela ambientada en su Perú natal. Le dedico mi silencio narra la historia de un hombre que soñó un país unido por la música, y enloqueció queriendo escribir un libro perfecto que lo contara. «El vals, nacido en los callejones de Lima, integró al Perú. Aquí cuento esa historia, y con ella agradezco un secreto amor que me ha acompañado toda la vida: el que siento por la música criolla y, en especial, por el vals de mi país». -Mario Vargas Llosa Toño Azpilcueta, experto en música criolla, descubre a un guitarrista virtuoso, Lalo Molfino, cuyo talento parece confirmar todas sus intuiciones: el amor profundo que siente por los valses, marineras, polkas y huaynos peruanos tiene una justificación social. Tal vez lo que ocurra es que la música criolla sea, en realidad, no sólo una seña de identidad de todo un país y expresión de esa actitud tan peruana de la huachafería («la mayor contribución de Perú a la cultural universal», según Toño Azpilcueta), sino algo mucho más importante: un elemento capaz de provocar una revolución social, de derribar prejuicios y barreras raciales para unir al país entero en un abrazo fraterno y mestizo. En un país fracturado y asolado por la violencia de Sendero Luminoso (la novela transcurre a principios de la década de los noventa, en plena ofensiva terrorista), la música podría ser aquello que recuerde a todos los que conforman la sociedad que, por encima de cualquier otra cosa, son hermanos y compatriotas. Y en esto, es posible que el virtuosismo de Lalo Molfino tenga mucho que ver. Toño Azpilcueta decide investigar más sobre este guitarrista, viajar a su lugar de origen, conocer a este personaje esquivo, saber de su historia, de su familia y amores, de cómo llegó a convertirse en un músico tan excelso. Y se propone también escribir un libro donde contar la historia de la música criolla y desarrollar esa idea que ha inoculado en su mente el descubrimiento de este músico extraordinario.